Sarah Kane. Nacida en febrero del 71 en Essex, dramaturga cuyos escritos hablaban del amor, el dolor, la tortura y la muerte, quizás solo estaba hablando de ella misma. Se le considera una de las figuras claves en el teatro de la crueldad, con una escritura poética y bien cuidada. Sus padres eran evangélicos y Sarah, en un principio, también era creyente, pero luego dejó de creer. Abandonó una religión que en aquella época seguramente ya le hubiera abandonado a ella. Estudió arte dramático y escritura teatral, un amor por el teatro y las palabras que nació en ella en su adolescencia. En el 94 escribe una trilogía de monólogos titulada “Sick” , donde hablaba de la violación, la bulimia y la sexualidad. Sarah Kane aparentaba ser una mujer con una vida tranquila, pero su cabeza no jugaba a esa realidad. Su cabeza tejió una maraña de desespero que no la dejaba respirar, una depresión que iba creciendo más y más en su interior. Una maraña de palabras e imágenes que Sarah expresó en sus obra...
Cadáver exquisito. La lluvia rompe sobre el suelo de piedra haciendo que los insectos canten animados. Las viejas, de rostros arrugados y llenos de granos, vigilan tras los visillos. En el fuego hay un guiso, un conejo sin piel hierve, te mira fijamente. El pastor alemán ha cazado un cuervo, clava sus colmillos en las tripas, se lame la boca manchada de sangre. Humos y sangre, el espacio se mueve, salta sobre las hojas secas. Retumba, se retuerce. La música en un tintineo al baile de la alegría por verte, por verlo, por eterno. Gira a la izquierda, la gran montaña rusa, la roca de azúcar salada se deshace acalorada. Se retuerce, se moldea, cae, quema, reza. Imagen generada por IA